La culpa es nuestra

Es muy fácil ser general después de la batalla, pero lo que considero necesario es hacer de esta nueva caída (y eliminación) un punto de partida para cambiar el nefasto panorama futbolístico que desde más hace tres décadas sufrimos todos los peruanos.

Lo primero, es que dejemos de lado ese absurdo complejo que cargamos a cuestas en cada proceso eliminatorio.

No señores, no somos un país perseguido por la FIFA, no existen complots para dejarnos fuera de carrera,  ni árbitros que se confabulen con la firme consigna de tirar abajo nuestras ilusiones.

Esas son excusas para tapar nuestras falencias, ocultar nuestros errores y de esa manera aliviar el dolor que ocasiona cada intento que culmina inexorablemente en el más absoluto fracaso.

Por favor, yo vi a Grecia campeón de Europa y a Bolivia en un Mundial (quizá pronto vea también a Venezuela) ¿qué cuento nos quieren contar?

Hace más de un año (el 11 de junio de 2012 para ser exactos) enumeré junto a ustedes algunas de las razones por las cuales no imaginaba a Perú en el Mundial de Brasil y lastimosamente terminé por acertar.

Entendamos que victimizarse no sirve de nada y que SI DE VERDAD QUEREMOS CRECER, debemos empezar por CAMBIAR.

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